En el 2004, el periódico kuwaití As-Siyasa publicaba una propuesta por la cual los países árabes absorberían dos millones de refugiados palestinos y el resto llegarían a Israel. El ministro de relaciones exteriores palestino Nabil Shaat afirmó entonces que esta propuesta “carecía de sentido”, quedando en la nada.
Por un lado, la declaración dice “alcanzar una solución justa y acordada para el problema de los refugiados palestinos de acuerdo a la resolución 194 de la Asamblea General de la ONU. Por otro lado, se anexó una exigencia del Líbano en donde se afirma que los países árabes y el Líbano, en especial, no deben hospedar los desplazados palestinos provocados por la guerra con Israel.
Es importante señalar sobre el problema de los refugiados palestinos que, paralelamente a la declaración formal en la propuesta, la Liga Árabe publicó una declaración adicional que enfatizaba que Israel debería permitir que los palestinos gozasen de todos sus derechos, incluyendo la garantía del "derecho al retorno" de los refugiados palestinos en base a legítimas resoluciones internacionales y en base a principios de ley internacional incluyendo la Resolución 194 de la Asamblea General. En otras palabras, cuando se habla de una "solución justa" se refiere al regreso de todos los refugiados palestinos a Israel.
El segundo punto de la propuesta trata sobre el futuro de Jerusalén oriental como capital de Palestina. Hay quienes afirman que el uso del término “oriental” y no “árabe” abre una puerta para las negociaciones. En este sentido, no queda del todo claro si “todo lo que es judío es para Israel y todo lo que es árabe es para los árabes” o por el contrario se aceptaba la “partición de Jerusalén según el mapa de 1967”. La segunda opción implicaría la retirada israelí de barrios como Maalé Adumim, Guiló o Pizgat Zeev.
Por último, vale la pena analizar las dudas que provoca lo que se dice y lo que no sobre la propuesta de normalización con los países árabes. En la declaración, las condiciones para la normalización se establecen con cierta claridad. Sin embargo, y en un documento paralelo de la Liga Árabe, los líderes árabes enfatizaron también su apoyo al derecho libanés a utilizar todos los medios legítimos para liberar su territorio en manos de la ocupación israelí hasta la frontera internacional reconocida (o sea, Hezbollah puede seguir actuando hasta liberar todo terreno que supongan pertenece al Líbano), y afirmaron que para lograr la paz y la seguridad en la región, Israel debía firmar al tratado de no proliferación nuclear y abrir sus instalaciones nucleares a la supervisión internacional. Esta última exigencia es una posición conocida entre los líderes de Egipto y Siria. Más aún, Egipto amenazó en 1995 con detener el proceso de normalización si Israel no firmaba el Tratado de No Proliferación Nuclear. Por último, los portavoces de la Liga Árabe acordaban que se reconocería la existencia de Israel pero antes, Israel debía cumplir todas las exigencias árabes. Israel debía pagar todo y, luego, sería reconocida por todos los estados árabes y musulmanes.
"En otras palabras, la Junta de la Cumbre Árabe ofrecía normalización y el 'final del conflicto' con una mano pero con la otra mano sostenía las fórmulas de siempre, que permiten que continúe la lucha aún después que se llegue a un acuerdo…", afirma Itamar Rabinovich, presidente de la Universidad de Tel Aviv y jefe del equipo de negociadores en el frente sirio en el gobierno de Itzjak Rabin.
Por un lado, la declaración dice “alcanzar una solución justa y acordada para el problema de los refugiados palestinos de acuerdo a la resolución 194 de la Asamblea General de la ONU. Por otro lado, se anexó una exigencia del Líbano en donde se afirma que los países árabes y el Líbano, en especial, no deben hospedar los desplazados palestinos provocados por la guerra con Israel.
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Es importante señalar sobre el problema de los refugiados palestinos que, paralelamente a la declaración formal en la propuesta, la Liga Árabe publicó una declaración adicional que enfatizaba que Israel debería permitir que los palestinos gozasen de todos sus derechos, incluyendo la garantía del "derecho al retorno" de los refugiados palestinos en base a legítimas resoluciones internacionales y en base a principios de ley internacional incluyendo la Resolución 194 de la Asamblea General. En otras palabras, cuando se habla de una "solución justa" se refiere al regreso de todos los refugiados palestinos a Israel.
El segundo punto de la propuesta trata sobre el futuro de Jerusalén oriental como capital de Palestina. Hay quienes afirman que el uso del término “oriental” y no “árabe” abre una puerta para las negociaciones. En este sentido, no queda del todo claro si “todo lo que es judío es para Israel y todo lo que es árabe es para los árabes” o por el contrario se aceptaba la “partición de Jerusalén según el mapa de 1967”. La segunda opción implicaría la retirada israelí de barrios como Maalé Adumim, Guiló o Pizgat Zeev.
Por último, vale la pena analizar las dudas que provoca lo que se dice y lo que no sobre la propuesta de normalización con los países árabes. En la declaración, las condiciones para la normalización se establecen con cierta claridad. Sin embargo, y en un documento paralelo de la Liga Árabe, los líderes árabes enfatizaron también su apoyo al derecho libanés a utilizar todos los medios legítimos para liberar su territorio en manos de la ocupación israelí hasta la frontera internacional reconocida (o sea, Hezbollah puede seguir actuando hasta liberar todo terreno que supongan pertenece al Líbano), y afirmaron que para lograr la paz y la seguridad en la región, Israel debía firmar al tratado de no proliferación nuclear y abrir sus instalaciones nucleares a la supervisión internacional. Esta última exigencia es una posición conocida entre los líderes de Egipto y Siria. Más aún, Egipto amenazó en 1995 con detener el proceso de normalización si Israel no firmaba el Tratado de No Proliferación Nuclear. Por último, los portavoces de la Liga Árabe acordaban que se reconocería la existencia de Israel pero antes, Israel debía cumplir todas las exigencias árabes. Israel debía pagar todo y, luego, sería reconocida por todos los estados árabes y musulmanes.
"En otras palabras, la Junta de la Cumbre Árabe ofrecía normalización y el 'final del conflicto' con una mano pero con la otra mano sostenía las fórmulas de siempre, que permiten que continúe la lucha aún después que se llegue a un acuerdo…", afirma Itamar Rabinovich, presidente de la Universidad de Tel Aviv y jefe del equipo de negociadores en el frente sirio en el gobierno de Itzjak Rabin.
El negociador palestino Saeb Erekat afirmaba que el plan Saudita no restaba importancia a las conversaciones directas entre israelíes y palestinos. "Creo que Israel debería haberla adoptado en el 2002. Esta es la iniciativa más estratégica que aporta el mundo árabe desde 1948. Les animo a que retomen la iniciativa y que la sigan porque acortará el camino hacia la paz", explicó.
Oficialmente, Israel rechazó la iniciativa árabe aunque muchos políticos locales la consideraron "una buena base para comenzar a negociar”. El ministro de Relaciones Exteriores de Israel de entonces Shimón Peres afirmó que la propuesta de Arabia Saudita era "interesante y positiva. La mayor amenaza para lograr la paz es el terrorismo, y la base para cualquier avance es dar fin al terrorismo", afirmaba Peres. El Primer Ministro Ariel Sharón descartó la propuesta con un contundente "los sauditas deben dejar de hablar y empezar a contribuir a la paz".
Quizás… el problema principal de toda la iniciativa se centre en el hecho, indiscutible, que los países árabes demuestran enfoques muy poco homogéneos. Están las dictaduras pro-occidentales moderadas, los amenazados por el terrorismo islámico, los que fomentan dicho terrorismo, los que gobiernan sus territorios con dificultad, los que todavía no parecen saber lo que quieren… y todos éstos… ¿podrían ponerse de acuerdo para firmar una paz regional con Israel? ¿Las fundamentalistas Irán o Sudán reconocerían a Israel como afirma la propuesta Saudita? ¿Los fundamentalistas no estatales Hamás, Al Qaeda o Hezbollah se sumarían aceptando la idea? Sin duda, se trataba de una propuesta cuya efectividad despertaba no poco escepticismo.
Oficialmente, Israel rechazó la iniciativa árabe aunque muchos políticos locales la consideraron "una buena base para comenzar a negociar”. El ministro de Relaciones Exteriores de Israel de entonces Shimón Peres afirmó que la propuesta de Arabia Saudita era "interesante y positiva. La mayor amenaza para lograr la paz es el terrorismo, y la base para cualquier avance es dar fin al terrorismo", afirmaba Peres. El Primer Ministro Ariel Sharón descartó la propuesta con un contundente "los sauditas deben dejar de hablar y empezar a contribuir a la paz".
Quizás… el problema principal de toda la iniciativa se centre en el hecho, indiscutible, que los países árabes demuestran enfoques muy poco homogéneos. Están las dictaduras pro-occidentales moderadas, los amenazados por el terrorismo islámico, los que fomentan dicho terrorismo, los que gobiernan sus territorios con dificultad, los que todavía no parecen saber lo que quieren… y todos éstos… ¿podrían ponerse de acuerdo para firmar una paz regional con Israel? ¿Las fundamentalistas Irán o Sudán reconocerían a Israel como afirma la propuesta Saudita? ¿Los fundamentalistas no estatales Hamás, Al Qaeda o Hezbollah se sumarían aceptando la idea? Sin duda, se trataba de una propuesta cuya efectividad despertaba no poco escepticismo.
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