jueves, 6 de octubre de 2011

La Conferencia de Annapolis 2007

La Conferencia de Annapolis, realizada el 27 de noviembre de 2007, contó con la presencia del Primer Ministro de Israel Ehud Olmert (quien reemplazó a Sharón tras ser declarado incapaz para continuar ejerciendo su cargo), y el presidente de la Autoridad Nacional Palestina Mahmud Abbas. Se realizó en la ciudad homónima del estado de Maryland, Estados Unidos, bajo los auspicios del Presidente George W. Bush. Contó a su vez con representantes de China, Rusia, las Naciones Unidas, la Unión Europea y la Liga Árabe, además de los cancilleres palestino e israelí, Salam Fayyad y Tzipi Livni, respectivamente. En Annapolis no se llegaron a acuerdos tangibles (sino) –lo reemplazaría por dado que se trataba de un encuentro para abrir las negociaciones intensivas. “Nuestro propósito en Annapolis no es concluir un acuerdo, sino impulsar las negociaciones entre israelíes y palestinos”, explicaba el presidente Bush. La última vez que palestinos e israelíes se habían encontrado para conversar seriamente había sido en la cumbre de Camp-David en el año 2000. En su discurso de apertura, el presidente norteamericano hizo guiños tanto a los palestinos como a los israelíes. Si a los primeros les ofreció la congelación de la colonización, el arranque de las negociaciones para determinar el estatuto final y la creación de “un Estado independiente, democrático y viable”, a los segundos les prometió el fin del terrorismo y el desmantelamiento de las milicias armadas, así como una normalización de relaciones con el mundo árabe paralela a la paz con los palestinos.


En Annapolis se acordó que el 12 de diciembre del 2007 comenzarían a negociar de forma continua bajo el deseo de concluir formalmente el diálogo para finales del 2008. Las partes se comprometían a ejecutar de inmediato los compromisos adoptados al aprobar la Hoja de rutas. Estados Unidos iba a controlar el cumplimiento del plan. La declaración conjunta, forzada por la presión americana arrancaba con el compromiso de “poner fin al derramamiento de sangre, el sufrimiento y las décadas de conflicto entre nuestros pueblos; iniciar una nueva era de paz sustentada en la libertad, la seguridad, la justicia, la dignidad, el respeto y el reconocimiento mutuo; propagar una cultura de paz y no violencia; y confrontar el terrorismo y la incitación al terrorismo, ya sea cometida por los palestinos o los israelíes”. Asimismo, anunciaba “la puesta en marcha inmediata de negociaciones bilaterales de buena fe a fin de concluir un tratado de paz que resuelva todos los asuntos pendientes, incluidos todos los asuntos centrales sin excepción” con la intención de alcanzar “la meta de dos Estados, Israel y Palestina, que vivan juntos en paz y seguridad” antes del fin de 2008.

Conferencia de Annapolis - Ehud Olmert, Geroge W. Bush, Mahmoud Abbas 2007


Probablemente, el mayor logro de la diplomacia norteamericana haya sido que israelíes y palestinos aceptasen aplicar la Hoja de Ruta en su conjunto en tan sólo un año. De esta manera, el inicio de las negociaciones sobre el estatuto final (previsto para su tercera fase) pasaba a no estar supeditado al término de la violencia (propósito de la primera fase) ni a la congelación de los asentamientos (medida contemplada en su segunda fase). La recuperación de dicha iniciativa ofrecía ventajas tanto para el presidente palestino como para el primer ministro israelí, cuyos índices de popularidad rozaban mínimos históricos. Abbas podía vender Annapolis como un éxito ya que además de “congelar toda la actividad colonizadora”, contemplaba la reapertura de las instituciones palestinas en Jerusalén Este e implicaba una generosa ayuda económica internacional de 5.000 millones de euros para el período 2008-2010, concretada en la reunión de donantes de París, celebrada el 17 de diciembre. Olmert, por su parte, podía poner el acento en el fin del terrorismo por parte de grupos ligados a la OLP, la salvaguardia de la seguridad y el relanzamiento del diálogo de paz. La celebración de la Conferencia de Annapolis despertó poco entusiasmo en la sociedad palestina, hastiada de un proceso de paz interminable que no había terminado de asentar las bases para un estado palestino viable. Además, muy pocas personas confiaban en que los esfuerzos de Abbas diesen frutos a corto plazo.

Desde el punto de vista del proceso de paz, la Conferencia de Annapolis no logró concretar lo expresado en las declaraciones formales. La participación de Israel debilitó a la coalición de Olmert ya que el Ministro Avigdor Lieberman y su partido, Israel Beitenu, decidieron abandonar el gobierno: "Todo el mundo sabe que ese proceso no conducirá a nada; decía Lieberman. Cualquier negociación sobre la base de paz a cambio de territorios es un grave error que no puedo entender. Y que nos destruirá".

Mapa del plan propuesto por Ehud Olmert - Abbas nunca respondio.

lunes, 29 de agosto de 2011

Plan de Desconexión 2005

Plan de Desconexión del gobierno de Ariel Sharón (aprobado a principios del 2004 y ejecutado en agosto del 2005) fue concebido originalmente como la evacuación de los colonos de una parte limitada de la Franja de Gaza sin la retirada de las FDI. La aplicación del plan fue muy diferente debido a la presión de EE.UU. y las consideraciones al derecho internacional.
La idea era demostrarle a los palestinos y al mundo que Israel iba en serio en su deseo de conseguir la paz, reduciendo la fricción entre los árabes palestinos y los colonos judíos. También se pretendía aminorar la tensión (interna y externa) producida por la presencia de los soldados israelíes en la Franja de Gaza.
Israel decidió desalojar a los 8.000 colonos judíos de Gaza y retirar totalmente su presencia militar de la Franja para no ser acusada de ser una potencia “ocupante” en Gaza. La frontera internacional entre Gaza y Egipto pasaba a ser responsabilidad de la Autoridad Palestina junto a un control internacional. La desconexión no fue coordinada ni acordada con la Autoridad Palestina por lo que se daba otro duro golpe que debilitaba a Mahmud Abbas y que favorecía al “dueño de facto” de la Franja, el Hamás. Ahora eran los islamistas de Gaza quienes podían asegurar que “habían expulsado a los sionistas de la Franja”. Así lo hicieron.
Las autoridades de Fatah decidieron implementar un boicot contra los ministros y ministerios controlados por el Hamás. Las sanciones occidentales contra la Autoridad Palestina y contra el Hamás perjudicaban especialmente a Mahmud Abbas y al Fatah ya que, de todas formas, el Hamás podía contar con otros donantes (Arabia Saudíta, Irán o los países del golfo) para llevar a cabo sus actividades, estrechando los lazos entre el grupo fundamentalistas y los iraníes.
La Desconexión de la Franja de Gaza del 2005 fue interpretada por los palestinos como una nueva victoria de los fundamentalistas contra Israel. La primera victoria había sido la del Hezbollah en el Líbano, afirmaban.
El Presidente Abbas mantenía sus prerrogativas política y administrativas en la Autoridad Palestina. El gobierno liderado por el Hamás poseía el control civil. Los límites eran pocos claros ya que ambos bandos mantenían sus propias fuerzas armadas. Cada lado intentaba imponer hechos consumados en el marco de su competencia interna. En mayo del 2007, el Presidente Abbas decide dispersar sus fuerzas de seguridad a lo largo de la Franja de Gaza sin coordinar la medida con las autoridades del Hamás, provocando la ira de los fundamentalistas.
Entre el 13 de mayo y el 14 de junio del 2007 se producen enfrentamientos armados con decenas de muertos en ambos lados. El Hamás intentaba distraer la atención interna disparando cohetes contra Israel. Sin embargo, las fuerzas armadas del Hamás parecían más preocupadas por lo que sucedía en la arena local, iniciando una ola de ataques que culminaron con la toma del poder de Gaza, un verdadero golpe de estado que se mantiene hasta el día de hoy (2011).

Cambio de rumbo en la tradicional política del movimiento fundamentalista 2004-2006

El 11 de noviembre del 2004 falleció Yasser Arafat a los 75 años. Sigue sin conocerse la causa exacta de su muerte. Los médicos hablaron de púrpura trombocitopénica idiopática y cirrosis, pero no se hizo ninguna autopsia, algo por demás sospechoso. Durante los últimos años, la OLP ha amenazado con conformar una comisión especial para investigar las causas de su muerte, afirmando de antemano que fue envenenado por Israel. "La sangre del ex presidente palestino Yasser Arafat contenía el virus del HIV, pero la causa de su muerte no fue el SIDA, causado por el virus, sino un envenenamiento", según su médico, Ashraf al Kurdi. Ahmad Jibril, líder y fundador del Frente Popular por la Liberación de Palestina otorgó una entrevista al canal Al-Manar del Hezbollah, en la que relató que cuando interrogó a Abbas sobre la investigación del envenenamiento de Arafat, éste le dijo que había que callar: "Para serle honesto, el informe oficial de los franceses es muy claro. El Sida fue lo que se lo llevó". La OLP se desmembraba. A la par, el Hamás comenzó a concretar su dominio en el terreno.
Tras la muerte de Yasser Arafat, el Hamás se imponía en las elecciones municipales que se realizaron en el 2005. Se trató de un cambio de rumbo en la tradicional política del movimiento fundamentalista que, por primera vez, participaba en unas elecciones16. Unos meses antes, en enero del 2005, el Hamás había boicoteado las elecciones presidenciales que entronaron a Abbas como sucesor de Arafat. El Hamás decidía ahora (de enero a mayo del 2005), al sentirse fuerte, participar en elecciones municipales para traducir su poder social en las urnas. Así logró el control, por la vía democrática, de Beit Lajia y Rafah, en la Franja de Gaza y de Kalkilyah en Cisjordania.
Los defensores del Hamás suelen argumentar que el movimiento islamista debe ser respetado ya que llegó al poder por vía democrática y, por lo tanto, es el deseo del pueblo palestino.
Adolf Hitler también llegó al poder en Alemania gracias a unas elecciones nacionales. Eso no significa que se respeten las instituciones democráticas tras arribar al poder. De hecho, Hamás destruyó la endeble democracia palestina y tomó el poder por la fuerza en Gaza.
Meses antes de las elecciones parlamentarias palestinas del 2006, EE.UU. y, en especial, su Secretaria de Estado Condolezza Rice insistían en que se permitiese la participación del Hamás en las elecciones nacionales. Esta medida concordaba con el sueño norteamericano de “exportar la democracia”. Israel, la Autoridad Palestina y su Presidente Abbas, se oponían.
Las disposiciones del Acuerdo Provisional de Oslo prohibían la participación de candidatos que bogasen por la violencia. Sin embargo, Rice consideró que las elecciones no serían "democráticas" sin el Hamás. En las elecciones legislativas palestinas del 2006, Hamás obtuvo la mayoría de los escaños en la primera vuelta, se trataron de las primeras elecciones democráticas celebradas en Palestina.
A principios de febrero del 2006, tras su victoria en las parlamentarias de 2006, Hamás reiteró su apoyo a los ataques suicidas mientras le ofrecía a Israel una tregua de 10 años "a cambio de una retirada completa de los territorios ocupados en Cisjordania, la Franja de Gaza y Jerusalén Este”, más el reconocimiento del derecho al retorno de los palestinos. Tras presionar para que el Hamás participase en las elecciones libremente, la comunidad internacional decidió recapacitar e imponer sanciones y condiciones para negociar con el nuevo gobierno del grupo terrorista. El movimiento fundamentalista debía respetar tres condiciones:
a- terminar con el terrorismo,
b- reconocer a Israel,
c- aceptar y cumplir con acuerdos firmados por el Fatah (la Hoja de Ruta y los principios de Oslo).
Estas tres premisas aún no han sido aceptadas por los portavoces del Hamás mientras que ciertas partes de la comunidad internacional comienzan, lamentablemente, a legitimar, en sus acciones o declaraciones, al islamista Hamás.

jueves, 11 de agosto de 2011

Plan de Paz de la Liga Árabe 2004

En el 2004, el periódico kuwaití As-Siyasa publicaba una propuesta por la cual los países árabes absorberían dos millones de refugiados palestinos y el resto llegarían a Israel. El ministro de relaciones exteriores palestino Nabil Shaat afirmó entonces que esta propuesta “carecía de sentido”, quedando en la nada.
Por un lado, la declaración dice “alcanzar una solución justa y acordada para el problema de los refugiados palestinos de acuerdo a la resolución 194 de la Asamblea General de la ONU. Por otro lado, se anexó una exigencia del Líbano en donde se afirma que los países árabes y el Líbano, en especial, no deben hospedar los desplazados palestinos provocados por la guerra con Israel.

Liga Árabe

Es importante señalar sobre el problema de los refugiados palestinos que, paralelamente a la declaración formal en la propuesta, la Liga Árabe publicó una declaración adicional que enfatizaba que Israel debería permitir que los palestinos gozasen de todos sus derechos, incluyendo la garantía del "derecho al retorno" de los refugiados palestinos en base a legítimas resoluciones internacionales y en base a principios de ley internacional incluyendo la Resolución 194 de la Asamblea General. En otras palabras, cuando se habla de una "solución justa" se refiere al regreso de todos los refugiados palestinos a Israel.
El segundo punto de la propuesta trata sobre el futuro de Jerusalén oriental como capital de Palestina. Hay quienes afirman que el uso del término “oriental” y no “árabe” abre una puerta para las negociaciones. En este sentido, no queda del todo claro si “todo lo que es judío es para Israel y todo lo que es árabe es para los árabes” o por el contrario se aceptaba la “partición de Jerusalén según el mapa de 1967”. La segunda opción implicaría la retirada israelí de barrios como Maalé Adumim, Guiló o Pizgat Zeev.
Por último, vale la pena analizar las dudas que provoca lo que se dice y lo que no sobre la propuesta de normalización con los países árabes. En la declaración, las condiciones para la normalización se establecen con cierta claridad. Sin embargo, y en un documento paralelo de la Liga Árabe, los líderes árabes enfatizaron también su apoyo al derecho libanés a utilizar todos los medios legítimos para liberar su territorio en manos de la ocupación israelí hasta la frontera internacional reconocida (o sea, Hezbollah puede seguir actuando hasta liberar todo terreno que supongan pertenece al Líbano), y afirmaron que para lograr la paz y la seguridad en la región, Israel debía firmar al tratado de no proliferación nuclear y abrir sus instalaciones nucleares a la supervisión internacional. Esta última exigencia es una posición conocida entre los líderes de Egipto y Siria. Más aún, Egipto amenazó en 1995 con detener el proceso de normalización si Israel no firmaba el Tratado de No Proliferación Nuclear. Por último, los portavoces de la Liga Árabe acordaban que se reconocería la existencia de Israel pero antes, Israel debía cumplir todas las exigencias árabes. Israel debía pagar todo y, luego, sería reconocida por todos los estados árabes y musulmanes.
"En otras palabras, la Junta de la Cumbre Árabe ofrecía normalización y el 'final del conflicto' con una mano pero con la otra mano sostenía las fórmulas de siempre, que permiten que continúe la lucha aún después que se llegue a un acuerdo…", afirma Itamar Rabinovich, presidente de la Universidad de Tel Aviv y jefe del equipo de negociadores en el frente sirio en el gobierno de Itzjak Rabin.
El negociador palestino Saeb Erekat afirmaba que el plan Saudita no restaba importancia a las conversaciones directas entre israelíes y palestinos. "Creo que Israel debería haberla adoptado en el 2002. Esta es la iniciativa más estratégica que aporta el mundo árabe desde 1948. Les animo a que retomen la iniciativa y que la sigan porque acortará el camino hacia la paz", explicó.
Oficialmente, Israel rechazó la iniciativa árabe aunque muchos políticos locales la consideraron "una buena base para comenzar a negociar”. El ministro de Relaciones Exteriores de Israel de entonces Shimón Peres afirmó que la propuesta de Arabia Saudita era "interesante y positiva. La mayor amenaza para lograr la paz es el terrorismo, y la base para cualquier avance es dar fin al terrorismo", afirmaba Peres. El Primer Ministro Ariel Sharón descartó la propuesta con un contundente "los sauditas deben dejar de hablar y empezar a contribuir a la paz".
Quizás… el problema principal de toda la iniciativa se centre en el hecho, indiscutible, que los países árabes demuestran enfoques muy poco homogéneos. Están las dictaduras pro-occidentales moderadas, los amenazados por el terrorismo islámico, los que fomentan dicho terrorismo, los que gobiernan sus territorios con dificultad, los que todavía no parecen saber lo que quieren… y todos éstos… ¿podrían ponerse de acuerdo para firmar una paz regional con Israel? ¿Las fundamentalistas Irán o Sudán reconocerían a Israel como afirma la propuesta Saudita? ¿Los fundamentalistas no estatales Hamás, Al Qaeda o Hezbollah se sumarían aceptando la idea? Sin duda, se trataba de una propuesta cuya efectividad despertaba no poco escepticismo.

jueves, 28 de julio de 2011

Iniciativa de paz de Arabia Saudita

Bush y Abdallah
George Bush no era el único en presentar iniciativas de Paz en la arena internacional. El por entonces (2002) candidato al trono saudita, el Príncipe Abdallah, presentaba una propuesta de paz, que terminó siendo aprobada por la Cumbre de la Liga Árabe de Beirut del año 2002 y reconfirmada, con no pocas modificaciones o interpretaciones, en la cumbre de Riad del 2007. Se trata del Plan de Paz Saudita.

La propuesta de Ginebra fue enviada por correo a miles de hogares israelíes. En Tel Aviv y en Ramallah se abrieron oficinas para difundirla. El rey Abdallah de Arabia Saudita presentó sus “intenciones” de paz pocos días después de los atentados de las Torres Gemelas. Cabe recordar que tras estos atentados, el gobierno norteamericano y parte de la opinión pública criticó duramente a Arabia Saudita por posible ocultamiento de información sobre Al Qaeda y su líder, el ciudadano saudita Ossama Bin-Laden. Además, se sospechaba de una posible implicación de la corona en el financiamiento indirecto de las actividades terroristas de grupos islamistas. Otros especialistas; como el Dr. Gay Bajor; interpretan el lanzamiento de la propuesta como un intento (exitoso) de recibir el apoyo de occidente en la contienda interna por la sucesión al trono. Algunos portavoces árabes criticaron a Abdallah por adelantar su proyecto a un periodista del New York Times, además judío, el renombrado Tomas Fridman.

¿Qué dice la Iniciativa de paz de Arabia Saudita?

El plan ofrece una serie de puntos a tener en cuenta:
1- fin del conflicto y un proyecto de paz zonal,
2- retirada total de Israel de Judea, Samaria y la Franja de Gaza,
3- Jerusalén oriental será la capital del estado palestino soberano,
4- normalización de las relaciones entre los paísesárabes e Israel,
5- solución “justa” al problema de los refugiados palestinos.

Pasemos a señalar algunos puntos en discordia: Ante todo, el problema de los refugiados palestinos. El término “una solución justa” despierta muchas sospechas y rechazo entre los israelíes. Se trata de un punto de inflexión en toda negociación. La mayoría de los israelíes no están dispuestos a permitir el regreso masivo de palestinos a la Israel reconocida internacionalmente.

No pocos especialistas afirman que el tema de los refugiados palestinos fue fundamental en el fracaso de las negociaciones entre Barak y Arafat en el 2000. Aceptar el regreso de varios cientos de miles de palestinos puede modificar el sentido “judío” y “democrático” del Estado de Israel. En el 2004, el periódico kuwaití As-Siyasa publicaba una propuesta por la cual los países árabes absorberían dos millones de refugiados palestinos y el resto llegarían a Israel. El ministro de relaciones exteriores palestino Nabil Shaat afirmó entonces que esta propuesta “carecía de sentido”, quedando en la nada.

Por un lado, la declaración dice “alcanzar una solución justa y acordada para el problema de los refugiados palestinos de acuerdo a la resolución 194 de la Asamblea General de la ONU”. Por otro lado, se anexó una exigencia del Líbano en donde se afirma que los países árabes y el Líbano, en especial, no deben hospedar los desplazados palestinos provocados por la guerra con Israel.